Monday, February 18, 2013

Todo empieza con una semilla

Semillas de lechuga morada, generosa donación
de nuestro amigo Diego
Una de las ventajas de tener que estar con la pierna para arriba es que permite dedicarse 100% a actividades meditativas como la recolección de semillas.

Empezamos a juntar semillas un poco de casualidad. El suplemento de un diario traía semillas de rabanito y aunque creo que debo haber comprado rabanitos para comer solamente una o dos veces en mi vida, dije: ¿Por qué no?

Nuestro amigo Diego, horticultor de ratos libres, además de donarnos una planta de morrones y unas tunas (la primera para comer, las segundas de adorno), nos dio varios ramas con flores secas y semillas de lechuga crespa morada.

Otras semillas venían de polizones en el compost: bienvenidas fueron las plantas de zapallitos y tomates de sorpresa que van marchando estupendamente. Además está el factor sorpresa: ¿Qué tipo de zapallo y de tomate darán?

A partir de ahí he tomado una actitud más proactiva, averiguando cómo se propaga cada planta. A pesar de saber la teoría, es increíble que ni en la escuela ni en la vida (si crecimos urbanos) aprendamos sobre las particularidades y practicalidades de hacer crecer plantas.

El otro día recogí semillas de las flores secas de nuestra planta de albahaca con idea de sacar más plantitas. Somos grandes fanáticos de la pasta con pesto y la albahaca que tenemos, si bien está feliz, no da abasto. Después puse unas cáscaras brotadas de papas a ver si agarraban y en cuanto un ajo se brote, allá irá también a hacerse planta.

La estrategia no siempre fue tan aleatoria. Para algo más planificado, vean la próxima entrada sobre semillas orgánicas y variedades "heirloom" (no he encontrado una buena traducción en español, sorry).

Semillas de rabanito,
llegadas vía diario
Rojas semillas de rabanito en su
almácigo improvisado (léase: huevera reciclada)








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