Un mes desde la última entrada y mucho para escribir, pero nada de tiempo. Y como suscribo a la idea de que no tiene sentido re-inventar la rueda, voy a aprovechar que colegas y amigos están haciendo un buen trabajo a la hora de contar sobre la vida en Mozambique.
Les contesto a través de sus palabras, varias de las preguntas que he recibido últimamente.
¿Qué comen? |
Magumba asada en puestitos sobre la playa |
Un colega que está en la ciudad de Beira -sobre la costa, a mitad de camino entre norte y sur de Mozambique- da un buen recorrido por las comidas más comunes con una
lista de comidas típicas con pequeña explicación y fotos (en inglés). Sus platos parecen tener más cantidad de pescados y mariscos. En Maputo además, matizamos con un poco de comida china, alguna pasta o galleta sin gluten a precios exorbitantes y algún mate que alguna argentina o paraguaya generosa comparte conmigo.
¿Se pasan el día en la playa? |
Caminando por Catembe |
Ojalá. Nos escapamos siempre que podemos. Como las playas de toda ciudad grande, las playas de Maputo son más de adorno que otra cosa. En Maputo mismo se puede ir a Costa del Sol a caminar, jugar freesbee o comer pescado asado. Pero no da para tirarse al sol o bañarse.
Se puede cruzar en ferry a Catembe para pasar un día más tranqui y comer unas tapas disfrutando la vista de Maputo.
Para playas más lindas, de arena blanca y limpia y agua verde esmeralda hay que viajar un poco más. La escapada más lejos hasta ahora ha sido a la playa de Tofo, paraíso de surfistas y buzos.
¿El único problema? Para llegar ahí son necesarias 8 a 10 horas de suplicio estrujado en las pequeñas combis que acá llaman
chapas.
¿Qué tal es la ciudad de Maputo? Muy bien ubicada, muy bien planeada, muy descuidada y dejada. A Lucila, una amiga argentino-brasilera y fellow couchsurfer
le gustó y dice que es maningue nice. Y
las personas también. ¿Uno de mis lugares favoritos? El balcón de casa, a cualquier hora y ocasión. Para tomar el desayuno en el fresquito de la mañana. Para reírse viendo los nenes de primero y segundo de primaria que salen de la escuela en la tarde y vuelven saltando y jugando a sus casas. Para escuchar la palmera cantar con el viento. Para chusmear que están haciendo los vecinos, o investigar qué es este o aquel alboroto. Para admirar la puesta del sol, siempre espectacular. O para ver cómo la ciudad se va de a poco durmiendo cada noche.
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Vista del centro y el puerto de Maputo desde el balcón de casa |
Fotos: LT