No sorprende que en un país con alrededor de 50% de analfabetismo (hasta hace no tanto rondaba el 95%) y un acceso a internet que alcanza apenas un 4-5% de la población, el tema libros y lectura deje mucho que desear. Hay pocos libros y son caros. En lenguas nativas, para niños chicos, o escrito por mozambicanos no hay casi nada. La lectura no es un hábito popular y a cualquier nivel se nota las carencias en lectura, escritura y comprensión de lo escrito.
Es un poco la historia del huevo y la gallina: no hay libros porque no hay lectores y no hay lectores porque no hay libros. Considerando el tema de forma más amplia, se ve enseguida que las carencias va más allá de los libros: la producción, diseminación y acceso a la información es una barrera a todo nivel.
Cuando los dos aspectos se combinan, lleva a que las pocas bibliotecas y servicios culturales que sí existen (en general gracias a centros culturales de varios países) y que están a disposición de los mozambicanos estén sub-utilizados porque la mayoría no se entera de su existencia. Como saben los que me conocen, cosa que me da fiebre es el desperdicio. Ergo, tenía que hacer algo.
Para empezar invité a mi querido grupo de Bonga Mbilo a una visita guiada al Centro Cultural Ameriano de Maputo y la biblioteca Marthin Luther King, ya que había tenido tan buena experiencia con ellos (con el taller de escritores y el panel de Fulbright). Allí, además de biblioteca y sala de computación, tienen un club de inglés, de debate, clases de informática, muestra y discusión de películas, talleres—todo gratis (se puede ver el calendario de eventos acá). ¿Cómo no aprovechar?
Asistimos a una de las clases de conversación que se dan cuatro veces por semana de nivel básico a avanzado. El día que fuimos la conversación era sobre géneros literarios de ficción y no ficción.
Observación #1: La mayoría de las veces relacionaban los géneros literarios a los géneros de películas. Una novela policial era una película de acción con polícias y ladrones. Definitivamente una cultura de lo audiovisual.
Observación #2: De los más o menos 30 participantes, sólo 2 eran mujeres. Sin comentario.
Observación #3: Además de tener la posibilidad de interactuar y oír a un hablante nativo, aprenden sobre diversos temas y otras culturas. Y por lo que ví ese día, a veces resulta en discusiones muy interesantes. Como cuando llegaron al género “Gay and Lesbian”. Hubiera estado para grabarlo...
Después de la clase subimos a la biblioteca, paraisito cómodo y acogedor, con libros de referencia, atlas, mapas, novelas, textos de estudio, revistas, diarios, DVDs. La mayoría en inglés, pero también algunos en portugués. Sacaron todos la tarjeta de la biblioteca en unos pocos minutos y después de escoger algunos libros marchamos—tras prometerme que volverían a las clases y a usar la biblioteca.
En muchas aspectos Mozambique me recuerda al Uruguay de hace 20 y tantos años. En los tiempos despuecito del fin de la dictadura, cuando en la Biblioteca Nacional no había ningún libro posterior a 1970, si le habré sacado el jugo yo a la Biblioteca Artigas-Washington de la Alianza Cultural Uruguay-Estados Unidos, a la biblioteca del Goethe Institut y varias otras. Y no hay razón para que habiendo posibilidades similares acá, los jóvenes no le puedan sacar el jugo simplemente porque no se enteran.
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